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miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿ME AMARA PARA SIEMPRE?


Amor, sexo y rituales

César Vásquez Olcese
Psicoterapeuta

No es amor
son sólo manchas en el pantalón;
no es amor, son sólo huellas de sudor
en tu corazón...

- La liga del sueño -

En mi experiencia de años como psicólogo clínico y terapeuta de familias y parejas me he encontrado con innumerables casos de relaciones que mueren de inanición, por descuido y falta de atención. Al igual que los protagonistas de la película Closer, muchos de los que se emparejan piensan ingenuamente que sólo basta con atraerse, iniciar la relación, juntarse y dejar que la vida haga el resto. Como si el amor fuera una corriente sobre la que podemos descansar plácidamente, dejando que nos lleve a donde quiera.“El amor es eterno mientras dura...” dice una sabia frase, cuyo origen desconozco, y que me gusta citar a mis alumnos en clase, para estupefacción y desencanto de muchos. En el ser humano nada es eterno, y especialmente los sentimientos. Al menos si no se trabaja en ellos constantemente. Las relaciones, los romances, los matrimonios, son cada vez más efímeros; es una de las consecuencias de vivir en una era posmoderna, donde todo es light y perecible...con fecha de caducidad, mismo yogurt bajo en calorías. La fobia al compromiso, a asumir responsabilidades de las que uno no se pueda safar con facilidad, cunde. Por algo preferimos coquetear y enamorarnos por Internet, chateando, que hacerlo con la persona de carne y hueso sentada junto a nosotros en la cabina de al lado.Cuando le agregamos sexo a esta forma de relacionarnos, el panorama se torna explosivo y autodestructivo.
Aunque se piense lo contrario, los peruanos (y especialmente las peruanas) todavía somos conservadores. El sexo nos importa demasiado; lo idolatramos, le tememos, lo deseamos, le huimos y también jugamos con él, como un niño con una granada de mano. Creemos que al usarlo definimos nuestro destino, lo que somos y valemos. Pero no estamos muy dispuestos a asumir la responsabilidad por nuestros orgasmos. Aún así, no pensamos mucho para entregarlo. Como si sufriéramos de cierta miopía o tendencia al autoengaño, y confundiéramos lo efímero y lo superficial con lo sólido y lo profundo. La tragedia viene después, con legiones de chicas (y algunos chicos) con la autoestima estropeada, sintiéndose usadas, culposas y con menos valor en el mercado del corazón, por haber sido demasiado expeditivas a la hora de compartir la almohada.Opino que una de las razones más importantes para que las relaciones se conviertan en víctimas de la entropía positiva, se desorganicen y acaben en la muerte térmica (es decir, se enfríen y el amor se evapore) es la “simplificación administrativa” relacional. Denomino así a la ausencia de rituales y de experiencias significativas compartidas entre los miembros de la pareja. La propuesta de De Soto puede que sea un gran avance en el campo de la burocracia estatal y municipal, pero es un desastre en el terreno del amor. Una relación “simplificada”, en la que te conozco en una fiesta o una disco, me gustas, "chapo" contigo y nos juntamos, sin más, y en la que trato de evitar complicaciones y costumbres “envejecidas”, fuera de moda, tiene buenas probabilidades de acabar rápidamente.Ciertas costumbres ritualizadas (desde el cortejarse, el declararse, regalarse ositos y flores, conocer y frecuentar a la familia de mi pareja, salir los fines de semana, etc. hasta el cambio de aros, la despedida de solteros y la boda, con toda su complicación y parafernalia) y el compartir experiencias dignas de recordar, fundacionales (viajes, paseos, sustos compartidos, enfrentar problemas, enfermedades, ver puestas de sol y paseos por la playa, etc.) cumplen la función de remaches, de anclajes o de amarras afectivas y cognitivas de la relación y sus componentes. Apuntalan el vínculo, le dan un sentido y un significado, conectándolo plenamente con mi historia personal. Crean un fondo de experiencias y recuerdos compartidos (que posibilita pensar en términos de “nosotros”) sobre el cual resalta la figura (la relación), adquiriendo ésta significado de aquel. Ahora estar contigo forma parte de mi vida; significas algo para mí, cumples una función, fperteneces a mi memoria histórica, a mi narrativa; otorgas un significado más a mi existencia: ergo, te amo. Esta relación es algo que me costó, involucró tiempo y esfuerzo, y que vale la pena mantener.No es en vano que quienes sobreviven a un asalto de banco, a un accidente de ómnibus o de avión, a una guerra, o a un secuestro en grupo, etc., comienzan siendo completos desconocidos y terminan estableciendo vínculos de fraternidad y compañerismo que duran toda la vida. La experiencia en común -fuerte, intensa- cumple el rol casi instantáneo e indeleble de unirlos de por vida. La vivencia se constituye en ritual.La vida está plagada de ritos y rituales. Los encontramos en todas partes. Son conductas complejas, repetitivas, de alto valor simbólico. Tienen la función de hacer surgir estados psicológicos (emociones, sentimientos, pensamientos). Los rituales son facilitadores de dichos estados psíquicos y conductas, positivos y negativos. Pero no nos confundamos; no hablamos de rituales mágicos, new age, de quema de inciensos para atraer espíritus o energías cósmicas ni de tarot. Hablamos de los rituales cotidianos, que están presentes desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir.Ejemplifiquemos esto. Es menos probable que tenga deseos de orar y de reflexionar sobre mi vida espiritual estando sentado en una combi camino al trabajo que estando arrodillado en misa. Como dice Pascal en su apuesta, es más fácil que un ateo se convierta en creyente, comportándose como si ya lo fuera, es decir, usando agua bendita, recibiendo los sacramentos, rezando, etc. (Nardone y Watzlawick, 2001). Los rituales religiosos, aunque a muchos les parezcan innecesarios y aburridos, pueden hacer la diferencia entre mantener mi fe o ver que ésta se esfume de a pocos, convirtiéndome en un “tibio” (como dice la Biblia), de esos que creen en un “algo” que no pueden definir muy bien (y tampoco les interesa). No, no es lo mismo orar en medio de decenas de personas que también lo hacen, con música sacra y rodeado de símbolos religiosos, creando un ambiente imponente y sobrecogedor, que hacerlo sentado en mi sofá, preguntándome a mi mismo por qué lo hago y para qué sirve todo esto.De igual manera, el servir la mesa, colocar los platos y cubiertos, sentarse en el lugar de siempre, a la hora de siempre, probablemente hará surgir más fácilmente el hambre y hasta la secreción de jugos gástricos, que simplemente comer una hamburguesa en una carretilla al paso, en medio de la calle y camino de cualquier parte.El deseo sexual, las funciones evacuatorias, las ganas de estudiar y la concentración, el advenimiento del sueño, y hasta las ganas de bailar, surgen más fácilmente en un ambiente ritualizado, realizando conductas propiciatorias antes, durante y hasta después, aunque no nos demos cuenta de que lo son.¿Y en el caso de amor? La respuesta es obvia. El amor no escapa a los rituales. Los rituales del amor de denominan coqueteo, “afanamiento”, seducción, flirteo, enamoramiento, conquista, galanteo. Buscan hacer surgir el sentimiento donde sólo hay atracción, gusto o deseo. Quienes los usan saben que la química no basta, que las feromonas disminuyen y se acaban cuando no hay rituales, y sus significados, para hacerlos surgir de nuevo.La conclusión es obvia: ritualicemos nuestra relación; sigamos los rituales sociales del enamoramiento, el noviazgo y el matrimonio (cada sociedad prescribe los suyos). Pero no lo hagamos por imposición ni porque somos anticuados sino por elección; porque es bueno psicológicamente hablando. Llenemos nuestra historia como pareja con eventos dignos de rememorar; mismo albúm de fotos que revisamos cada cierto tiempo entre sonrisas y recuerdos. Tal vez eso, a fin de cuentas, sea el amor: un gran album de recuerdos que nos une y nos fortalece.

4 comentarios:

@)- dijo...

Hola!!!
Pues soy del bello y caotico DF Mexico, de casualidad me encontre con tu blog, y se me hacen sumamente interesantes los textos articulos que compartes...
Felicidades, por traspasar el escritorio para compartir al ser humano que apoya aun en lineas lejanas...
Un abrazo..
Rossy

@)- dijo...

Hola!!!
Pues soy del bello y caotico DF Mexico, de casualidad me encontre con tu blog, y se me hacen sumamente interesantes los textos articulos que compartes...
Felicidades, por traspasar el escritorio para compartir al ser humano que apoya aun en lineas lejanas...
Un abrazo..
Rossy

Luis Alfonso dijo...

Felicitaciones por interesantes e importantes articulos, deseándote los mayores éxitos y muchas felicidades (Trujillo, Perú)....!!

Los Tabas dijo...

Pienso que la idea de amor y de sexo van relacionados con la edad. Hace un año un amigo me dijo: "feliz 23!, acabas de entrar al intervalo de edad (23 a 28 segun el), en que todas te veran lindo y el sexo abundara mucho mas en tu vida". Me rei y con el paso del tiempo su prediccion fue cierta. Pienso que es la edad en la que el hombre obtiene libertad e independencia, y no se si eso aumente feromonas en el ambiente pero crea una capacidad de atraccion bastante fuerte. No creo que sea tiempo de enamorarse, aunque se extraña el amor, asi que espero que las cosas sigan asi para no repetir varias bochornosas experiencias amorosas pasadas. Entre tanto decidi crear con una amiga un blog sobre nuestras torpezas sexuales. Lo tomamos del lado humoristico para reirnos de nuestras experiencias amorosas y ocasionales

http://torpezasexuales.blogspot.com/

Tu blog esta interesante espero que sigas posteando. Saludos!